Hace algunas noches, cuando me disponía a descansar la mente con una relajante dosis de televisión (parte de mi preámbulo ritual nocturno antes de conciliar por completo el sueño), acerqué el periódico de aquél día para darle un poco de trabajo a mi cerebro antes de dejarlo morir por completo, en la portada, la imagen del Secretario de Seguridad Interna de los EUA soldando uno de los paneles del muro que el gobierno de aquél país mandó construir como una respuesta a los problemas de inmigración ilegal. Cuando la imagen en la tele comenzó a revelarse, en la pantalla apareció un programa que al momento y sin ánimo de darle una oportunidad juzgué por demás aburrido, acto seguido, mi dedo pulgar se deslizó hábilmente por los botones del control remoto apretando números al azar con la esperanza de que la diosa fortuna me regalara el placer de sintonizar algo que me ayudara a descansar y no a pensar en lo estúpida que puede llegar a ser una programación.
Como auténtico regalo divino, sentado en mi cama y después de un día más de rutina, en mi televisor se descubrían imágenes y sonidos que me eran familiares y que en seguida identifiqué como una de las mejores películas que he visto en mi vida: "The Wall". Retomando un poco lo que en la anterior publicación mencionaba, considero que "The Wall" es una de esas obras emblemáticas que transgreden las barreras del tiempo para de alguna u otra forma mantenerse siempre vigentes. Por un momento bastante grande me quedé disfrutando al máximo de mi suerte, la euforia y la alegría dominaban mi ser, era como encontrarse con un viejo amigo del cual no tenía noticia hace tiempo, sin embargo, al mirar la imagen del periódico que descansaba en mis piernas, ese viejo amigo me recordó que aunque el tiempo pase, a veces las personas nunca cambian.
En la película se nos presenta a una estrella de rock ("Pink") que, debido a los traumas derivados de la pérdida de su padre en la guerra, las decepciones amorosas y la crueldad de un sistema escolar en el que los sentimientos y el libre pensamiento estan terminantemente prohibidos, construye a manera de defensa un muro alrededor de él que lo resguarda de las realciones humanas y le permite interactuar con las criaturas que solo una mente enferma y autodestructiva puede crear.
El parecido entre este personaje y los líderes del gobierno estadounidense (y algunos del gobierno mexicano) es por demás escabroso. La construcción de un muro fronterizo entre México y E.U.A. es una prueba del fracaso, en primer lugar, por parte de los gobiernos latinoamericanos (el mexicano sería un muy buen ejemplo) al no poder brindarle a sus habitantes condiciones de trabajo suficientes y adecuadas para gozar de una calidad de vida aceptable, por ejemplo, en el caso de México, más de la mitad de su población vive en condiciones de pobreza, pero eso sí, al momento de dar a conocer las cifras económicas que sostienen al país, el presidente orgullosamente exhibe que las remesas salariales que nuestros connacionales envían a sus familias se encuentran a la par de lo que PEMEX produce.
Este fracaso se extiende en segundo lugar a los E.U., enclaustrándose para librarse de un problema que termina beneficiándole y al que, en cierta medida, debe su existencia. Es verdad que los estadounidenses tienen el derecho a reclamar y defender lo que es suyo, pero entonces, ¿dónde queda el "sueño americano"?
Desde mi persperciva, Estados Unidos ha adquirido en los ultimos años una actitud temerosa que lo lleva a la agresión injustificada y que no provoca otra cosa que su autodestrucción, tanto económica como en lo referente a la vida de cientos de militares que luchan en una guerra de la que dudan alcanzar el éxito al mirar (igual que en la película) como sus compañeros son ejecutados a sangre fría.
Los mounstros en la mente de los líderes estadounidenses han traído como consecuencia que este país busque alejarse de todo contacto con el exterior, levantando un muro revestido de nacioanlismo y espíritu patriótico que impide tener una relación placentera con un pueblo del cual no me cabe la menor duda de que también es sensible y sensato. No me gusta generalizar a la hora de emitir un juicio con respecto a algo, el hablar del pueblo estadounidense no va a ser la excepción; estoy cierto de que en los Estaods Unidos hay millones de personas que no están de acuerdo con las políticas aplicadas y acciones ejecutadas por su actual presidente y algunos gobernadores y miembros de su Congreso, no obstante, mientras ellos mantengan el muro en pie y nadie desde adentro haga algo para debilitarlo o incluso derribarlo, el egoísmo, la locura y la agresión seguirán siendo las constantes en la personalidad de aquél Estado.
A principios de los noventa Roger Waters realizó en Alemania una adaptación en vivo de esta majestuosa obra para conmemorar la caída del Muro de Berlín, hecho que sin lugar a dudas marcó al mundo. Ahora, en el ocaso de la primera década del siglo XXI, tengo la firme esperanza de que nuevamente se organice un concierto de tal magnitud para celebrar el derrumbe o la cancelación en la construcción de este muro fronterizo que no hace otra cosa que marcar más definidamente las diferencias entre los pueblos latinos y el "americano", pero sobre todo, para celebrar el derrumbe de ese muro ideológico que tarde o temprano terminará por asfixiar la lucidez del pueblo estadounidense.
Tear down the wall!
Tear down the wall!...