13 de septiembre de 2007

La muerte...




Hace no mucho la muerte se paseo cerca de mi, en total rondó tres veces, con dos de las personas que se llevó no tenía una conexión tan directa, con uno sí, muchas veces conviví con él en la escuela, fue de las primeras personas que conocí cuando entré a la facultad.


Me parece que al momento de que este tipo de eventos suceden resulta de lo más natural que uno se ponga a pensar en la fragilidad de la vida, en lo fácil que es dejar de existir, sobre todo cuando la muerte ha ocurrido en una persona joven, y es que la muerte es una constante en la vida, solo que muchas veces nos concentramos tanto en el hecho de vivir que olvidamos por completo el hecho de morir.


La vida lo es todo, o al menos es todo lo que conocemos, puesto que a ciencia cierta no se sabe qué es lo que pasa cuando una persona muere; claro está que las religiones tienen su particular punto de vista, opiniones que pueden o no ser la verdad, no obstante, no quiero ni pienso refutarlas, por el simple y sencillo hecho de que yo tampoco (y creo que nadie) poseo la verdad acerca de lo que sucede después de la muerte. Considero que cada religión tiene una manera muy especial y única de concebir el concepto de la muerte y todo lo que ello puede traer aparejado, muchas consideran que la trascendencia del espíritu o de la conciencia es lo que tiene lugar después de la muerte, o incluso que ésta vida es solo una etapa, y que la muerte marca el comienzo de una nueva, conformando de esta manera un ciclo evolutivo de perfeccionamiento espiritual o de conciencia. Como quiera que sea, las religiones ayudan a muchas personas a darle un sentido a su vida, cuestión que también es muy respetable, siempre y cuando no se llegue al fanatismo exacerbado, ya que en éste punto el radicalismo de los pensamientos puede provocar problemas que atraerían consecuencias que en ningún sentido racional valen la pena.


También existe el otro lado de la moneda, hay personas que están convencidas de que después de la muerte no hay algo más, simplemente se deja de existir y todo lo que tuvo lugar en vida, se termina. En lo personal no me agrada ésta manera de pensar, tampoco voy a intentar refutar estas opiniones debido a lo que ya señalaba anteriormente, sin embargo, a mi me agrada pensar que algo de lo que he realizado aquí se va a ir conmigo después de la muerte, al menos sería muy placentero que así fuera. Pero bueno, el punto de éste escrito no es exponer las diferentes teorías que existen para explicar que hay más allá de la vida, sino analizar muy brevemente el hecho de la muerte, ya que, mientras no sea a uno al que le pasa, la muerte ocurre en vida, y al igual que cualquier otro hecho o fenómeno, tiene consecuencias en nuestra manera de actuar y de comportarnos.


Como ya decía al principio, la muerte es una constante, que si bien a veces no es muy visible, siempre está presente. Los problemas comienzan cuando la constante se manifiesta sorpresivamente, cuando no da tiempo siquiera de asimilar lo que pasa y pareciera que lo que se está viviendo es un cuento o una película, que es completamente ajeno a nuestra vida, y es que la muerte no es la noticia más fácil de asimilar, todo lo contrario, me parece que es el hecho que, a pesar de ser tan común, es el más dificil de superar.


El sentimiento de pérdida originado por la muerte de una persona puede ocasionar en otra un cambio radical en su manera de vivir. La dependencia es otro factor que tiene una influencia por demás poderosa, el aferrarse a algo que ya no está siempre causará el mismo efecto, abanderado con el sentimiento de soledad, sentimiento que puede subsistir en la "normalidad" y "cotidianidad", y aunque la tristeza no sea inconmensurable, sí se convertirá en un estado recurrente. Este tipo de sentimientos puede prevalecer por mucho tiempo, incluso puede durar el resto de una vida, y de alguna u otra forma, evitan que disfrutemos de la vida en plenitud. Sin embargo, también puede ocurrir lo contrario, el mismo sentimiento de dependencia puede llevarnos a ir más allá de lo que nosotros pensábamos que podíamos llegar, en este caso, creo yo que el sentimiento de soledad es superado por una buena asimilación de la realidad, y digo que es buena porque no tiene consecuencias negativas en el desarrollo de nuestra vida, no nos deja estancados en un mismo sitio, al contrario, se convierte en la fuerza que necesitamos para seguir adelante.


Me parece que la mejor manera de prepararse para la muerte es nunca perderla de vista, siempre considerarla una posibilidad, y por tanto, tratar de vivir en plenitud, teniendo en cuenta que no hay algo en éste universo que dure para siemrpe, patrtiendo del hecho de que nosotros no somos eternos y por tanto, nunca sabremos si algo lo es.


Yo no sé si este se convierta en el último escrito que haga, bien podría morir por la noche, bien podría nunca más despertar, si fuera el caso, tendría que decir que estoy medianamente conforme con las cosas que he hecho hasta hoy. Hay muchas cosas pendientes todavía, planes, expectativas, cosas que quisiera decir y que por ciertas circunstancias he callado, me quedaría con las ganas de ver a mi familia y amigos desarrollarse, de experimentar tantas y tantas cosas que aún no he hecho, en fin, deseo que la vida nos alcance para llegar al momento en el que no le pidamos más, y si no fuera así, que al menos hagamos lo necesario para hacerla más placentera.