9 de noviembre de 2007

8 de Noviembre


Después de un rato de cierta oscuridad por el que estaba pasando, de nuevo me encuentro en un punto estable y hasta cierto punto soportable. Y es que, como dicen por ahí, "la vida da muchas vueltas", a veces nos toca estar arriba o abajo, no obstante, lo importante es estar.


Me parece que todas las experiencias y vivencias que se presentan en la vida son de suma importancia, no importando si estas son malas o buenas. Creo que ya había escrito algo sobre ello antes, pero es que me gusta repetirlo, y sobre todo, repetírmelo, al igual que la idea de que "todo pasa por una razón", y últimamente ésta última me ha dado muchas vueltas en la cabeza y ha salido con mayor frecuencia de mi boca.


Si bien no todo es perfecto en esta vida, y no todo ocurre como uno espera, siempre hay ciertas circunstancias que compensan a las malas. La depresión bien puede servir como un arma de autodestrucción o como una herramienta de autoexploración. A mi me gusta pensar más en que funciona de la segunda manera, aunque a veces el hecho de sobrellevarla puede ser un tanto molesto, tedioso y dificil, en el sentido de que, al encontrarse en ese estado, las energías solamente son enfocadas en aspectos negativos, que de alguna u otra forma, solo acarrea más negatividad, creando de esta forma un círculo vicioso que solamente puede ser roto a través de la voluntad.


Pues bien... yo no sabría explicar el cómo o el por qué, pero hoy me siento bien. Me parece que ha sido gracias a una mezcla extraña de eventos que me han ocurrido en estos últimos días, todos provenientes de personas a quienes estimo mucho, sucesos que siendo independientes unos de los otros, en conjunto han repercutido benéficamente en mi.


El último de estos eventos ocurrió el Miércoles (no relataré las cosas que me pasaron, ya que no considero éste el medio idóneo para hacerlo), tengo que decir que me sentí bien inmediatamente, fué algo así como la cereza en el pastel, una vez más no podría explicar el por qué, pero fue como si me quitaran un peso de encima, como si me hubiera liberado de algo que no me dejaba regresar a mi estado anímico "normal", si es que tal cosa existe.


Ese día, al terminar las clases, como no llevaba carro, emprendí la caminata para agarrar el metrobús, como lo venía haciendo desde hace tiempo los días que no llevaba el carro, pero antes de llegar ahí, con el humor en alto, decidí caminar un poco más. Ese poco más se extendió hasta casi llegar a mi casa, y es que me había privado durante mucho tiempo de hacer, y sobre todo, de disfrutar de una de mis actividades favoritas: caminar. Esa noche no pude alcanzar el culmen de mi odisea, lamentablemente me encontré en el camino a mi papá y me dió un "aventón" hasta la casa.


Frustrado por no haber podido completar mi recorrido a pie, en la mañana del jueves me decidí a que esa misma noche completaría todo el camino. Pues bien, el día siguió su marcha con más eventos placenteros, hasta que llegada la noche, las clases llegaron a su fin, y después de ir a cotorrear con algunos amigos (cosa que en otro momento hubiera evitado), el destino que yo mismo me había trazado desde la mañana al fin se concretizaba.


Empecé el camino acompañado por un amigo que iba a tomar su pesero, saliendo de las inmediaciones de CU, caminamos por Insurgentes hasta llegar al paradero de "las palmas", cerca de San Angel, en ese punto pasamos a Revolución para que él tomara el camión. En ese punto nos despedimos y yo continué con mi camino, tenía una promesa que cumplirme, una promesa que si bien puede tacharse de egoista, es algo que ya me hacía falta experimentar. Durante todo el camino escuché música, otro de mis placeres en esta vida, en esta ocasión mis pensamientos no me llevaron a "pensar demás", durante el camino medité y pesné lo suficiente, me dediqué específicamente a disfrutar de lo que hacía, a disfrutar del cielo, la noche, el frío, la gente, las luces, la ciudad en general.


En algunos tramos de mi recorrido me encontré también con la soledad, esta vez me sonrió y en respuesta yo le correspondí, hasta ella me cayó bien esta noche, y no es que me caiga mal del todo, o que de plano no la soporte, pero hay veces que se pone muy odiosa y termina con mi paciencia. La gente se concentraba, ya fuera en lugares donde vendieran algo de comer, o en paradas de camión o estaciones del metro (Barranca, Mixcoac y San Antonio fueron por las que pasé).


El Miércoles mi camino a pie terminó justamente cerca del metro San Antonio, hoy, al llegar ahí, ya nada me podía detener para completar mi hazaña, y efectivamente, así fué. Continué mi camino por Av. San Antonio, por donde el relajo de los segundos pisos empezara hace ya algunos años (con el "distribuidor" que lleva el mismo nombre que el de la avenida). Pasé periférico, y en unos cuantos minutos, ya había logrado lo que en la mañana me había propuesto.


Me parece que en estas últimas líneas se encierra el punto medular de éste escrito, y es que las cosas nunca podrán lograrse si uno mismo no tiene la determinación suficiente para hacerlo, es verdad que pueden presentarse eventualidades ajenas a nuestra voluntad e incluso contrarias a ella que impidan alcanzar la meta, sin embargo, siempre habrá otros caminos para lograr el cometido, siempre habrá alguien o algo que te ayude a lograrlo, si algo no funcionó de una manera, siempre se habrá ganado experiencia ("no es posible descender dos veces el mismo río"), siempre habrá un 8 de Noviembre para volver a intentar...

3 comentarios:

Pingüino dijo...

Caminar... no puedo decir que sea uno de mis pasatiempos favoritos, pero ciertamente alguna vez tuve...sí, 'tuve' que caminar mas o menos la misma distancia, para no sentir dolor, para no sentir nostalgia ni pena. Así pues, en aquella ocasión curiosamente antes de regresar caminando estaba en un puente que atraviesa un río (está por la Magdalena Contreras y me parece que el lugar era precisamente la casa de Juventino Rosas); observaba el agua acariciar las rocas y escuchaba el rumor de un río tranquilo.

En fin; ríos, caminatas, soledades y tristezas pareciera que viniesen aparejados, sin embargo eso también es lo "bonito" de la vida, disfrutar las venturas y desventuras. Ojalá hayas despejado tu mente y te sientas satisfecho.

Te mando un abrazo.

Anónimo dijo...

Que hay amigo, si "Amigo" de esos a los que uno les tiene la confianza y les cuenta sus pato aventuras. Pues que te puedo decir, continunando con la tematica de estos comentarios, creo que a todos nos ha pasado que tenemos que caminar para estar a solas con quien menos nos comunicamos, nosotros mismos.

Al caminar algunas veces se quedan atras muchos problemas, porque se cansan de caminar antes que nosotros y se van quedando. Lo que me recuerda cierta caminata como de 12 Km del cerro del judio a prepa 8 y de ahi en adelante. Aunque esa vez no iba solo, iba con un "casi hermano" y fue una gran aventura.

Por otro lado no veo mucha diferencia entre este articulo de tu blog y el de el buen pingu de la ciclopista, cada uno a su modo, es un reto personal que se desa conquistar y esos eventos son los que dejan
huella para el resto de los dias. "Las grandes hazañas de una vida"


Saludos Hermano.

Anónimo dijo...

No se cuanto tiempo paso desde la ultima platica con mi hermano, no se en que momento las cosa cambiaron y deje de saber los intereses que existen, ja es gracioso porque durante estos dias me siento mas solo que de costumbre y he estado buscando la respuesta a esta soledad; la amas pero de igual manera se detesta, creo que en esas palabras que he visto eh encontrado la respuesta a mi infinita soledad, y re-encuentro el placer que alguna vez tuve y creo pocas veces compartimos.

Gracias nunca dejes de inspirar desde tu postura que nos da fuerza a los dos mas debiles eres la base de un tripoide sin ti no somos mas que 2 Te quiero.

Tu hermano...