El siguiente texto resultó de una petición realizada por un amigo. En una de esas tantas noches de desvelo frente a la computadora, me pidió imaginarme en medio de un campo rodeado de árboles, fijando la atención en uno en particular, el más grande y viejo de todos. En la imagen, la luz del Sol se reflejaba apaciblemente en la superficie de las hojas, y éstas se movían cadenciosamente gracias al viento que marcaba un ritmo que transmitía paz y armonía, tanto a las que aún permanecían en el árbol, como a las que se encontraban en el suelo.
Con tal imagen en mente, mi amigo pidió que hiciera el texto con relación al viento. Tardé en organizar mis ideas, pero al final decidí que el texto versara de manera un tanto metafórica y fantástica sobre la relación amorosa que puede existir entre el viento y un árbol.
La fotografía que encabeza esta entrada corresponde a un día nublado y frío en el Desierto de los Leones (de hecho llovió), y fué el segundo recuerdo que me llegó a la mente mientras trataba de formar la imagen que me describía. El primero fué el de un día soleado y ventoso en una parte del Jardín Botánico de CU, muy parecido a lo que me describía. En las dos ocasiones yo estaba acostado pensando en mil cosas y en nada a la vez, tratando de llenarme de la armonía que se respiraba en aquél lugar, disfrutando de la tranquilidad y de la plática de quien me acompañaba. Ambos momentos los atesoro de manera muy especial en la memoria, me propuse nunca olvidarlos, en verdad los disfruté.
Ambos ocurrieron en este año que está por terminar, uno que he disfrutado mucho, y en el que, como estos dos eventos, han pasado muchas otras cosas que no quiero ni pienso olvidar.
En el ocaso de este ciclo, deseo que sus vidas se llenen de felicidad, que los problemas que se lleguen a suscitar no opaquen las cosas buenas que siempre hay alrededor y que todo lo que se propongan, si bien no es logrado, al menos deje en ustedes la sabiduría necesaria para continuar.
-El viento y el árbol
Hoy me hacías falta. Hay veces que no logro entenderte, veces en que tu ímpetu termina por desgarrarme en un instante. Me intimidas, me haces ver que a pesar de lo mucho que hemos vivido, aún soy vulnerable a tu experiencia. No es lo mismo vivir atado que ser libre, siempre viajando, mezclándote, reinventándote, esa es tu naturaleza.
Tú puedes ir a donde quieras, nada te lo impide. Yo he intentado seguirte, he intentado comprenderte, pero ésta es mi naturaleza: la firmeza es lo único en lo que encuentro seguridad, la necesaria para amarte, la misma que me incita a no dejarte ir, a regalarte lo que tengo, lo que soy.
Hoy es distinto, hoy puedo disfrutar de tu calma, de tu inmensidad, de cómo recorres lentamente todo mi ser, moviendo cada fibra, llenándome de amor.
Tu frescura me renueva,
tus caricias me deleitan,
tus encantos me embelesan,
tu belleza me impacienta.
Por días como estos sé que me amas, que comprendes mi situación, que lo único que intentas es compartir las mil y un historias que tienes para mí. Sé también que esto es pasajero, que por mucho que quieras detener tu paso, o por más que yo inetnte seguirte, no lo lograremos, somos así.
Por lo pronto disfrutaré el momento, el instante preciso en el que logremos el perfecto equilibrio, el mismo que recordaré el día en que no pueda contenerte más, cuando todas mis fuerzas se acaben y deje tu camino libre, cuando descubra que el amarte no significa luchar en tu contra, intentando vagamente aprisionarte para siempre; amarte también es dejarte ir, ceder un poco, dejarte ser.
Tú puedes ir a donde quieras, nada te lo impide. Yo he intentado seguirte, he intentado comprenderte, pero ésta es mi naturaleza: la firmeza es lo único en lo que encuentro seguridad, la necesaria para amarte, la misma que me incita a no dejarte ir, a regalarte lo que tengo, lo que soy.
Hoy es distinto, hoy puedo disfrutar de tu calma, de tu inmensidad, de cómo recorres lentamente todo mi ser, moviendo cada fibra, llenándome de amor.
Tu frescura me renueva,
tus caricias me deleitan,
tus encantos me embelesan,
tu belleza me impacienta.
Por días como estos sé que me amas, que comprendes mi situación, que lo único que intentas es compartir las mil y un historias que tienes para mí. Sé también que esto es pasajero, que por mucho que quieras detener tu paso, o por más que yo inetnte seguirte, no lo lograremos, somos así.
Por lo pronto disfrutaré el momento, el instante preciso en el que logremos el perfecto equilibrio, el mismo que recordaré el día en que no pueda contenerte más, cuando todas mis fuerzas se acaben y deje tu camino libre, cuando descubra que el amarte no significa luchar en tu contra, intentando vagamente aprisionarte para siempre; amarte también es dejarte ir, ceder un poco, dejarte ser.
2 comentarios:
Años atrás, si hubiese leído estas palabras, hubiera dicho que estabas loco o que la vida te habia tratado muy mal; pero, ahora, a lo largo de todos estos años, concluyo que un árbol y el viento viven un drama real, igual que nosotros.... igual que el universo; porque amar es eso: "dejarte ir, ceder un poco, dejarte ser". Es una lección que ojalá se aprendiera desde el principio; con esto nos evitaríamos los dramas cotidianos y amorosos..."en todos los segundos, en todas las visiones".
También me parece una metáfora de la vida misma, para aprender a vivir el instante y renovarte cada día. Espero que disfrutes cada instante de la vida y jamás te detengas.
Un abrazo mi estimado Rex.
yo soy el amigo
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